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SEGUNDA ETAPA POSTNATAL

Coincidiendo prácticamente con el momento en que ya ha adquirido la visión y capacidad auditiva del adulto, ya es capaz de caminar y correr sin hesitaciones, se alimenta sin dificultad de un platillo y empieza a adquirir una cada vez mayor sofisticación en su calidad y cantidad de juego -es decir que, de forma espontánea, inicia una etapa de mucha mayor actividad social-, el cachorro entra de lleno en el periodo de sociabilización; es como si se tratara de una esponja capaz de hincharse, hincharse e hincharse, sin medida ni límites, de ideas, experiencias, divertimentos, aventuras..... E independientemente de que la madre y el resto de los hermanos de camada continúen desempeñando un papel fundamental, esencial, no solo en la adquisición de nuevas experiencias sino también en el desarrollo y formación de su carácter como individuo capaz de identificarse plenamente con la especie a la que pertenece, la presencia del criador continúa siendo igualmente vital, una presencia que debe ser permanentemente enriquecedora -no traumática- y que podemos expresar de muchas maneras.

Así, deberemos facilitarle nuevas "aventuras" que vivir, para lo que se proveeremos de un "campo de juegos y actividades constructivas" en espacio abierto y preferentemente al aire libre durante las horas soleadas. Además, le incentivaremos a que parte de este juego la realice con nosotros, en nuestra compañía, mediante un intercambio de esa manera, esos nuevos individuos de la especie canina, además de sentirse plenamente identificados con lo que verdaderamente son -perros-, adquirirán una mayor y mejor facilidad de adaptación social a nuestra propia manera de ser y, por ende, a nuestra forma de vida, lo que luego incidirá de forma drástica y determinante en su capacidad de interrelacionarse perfectamente con el ser humano e integrarse de todas las formas posibles en nuestra sociedad. A partir del día 40-45 de vida, salvo que circunstancias especiales (orfandad, riesgos epidemiológicos puntuales, locales, etc.) hayan aconsejado lo contrario, la camada debe comenzar su calendario de vacunación, cuanto más completo y dilatado, mejor.

Desgraciadamente, en nuestro país son aún mayoría los criadores que, por ahorrarse unos pesos, prefieren entregar los cachorros prematuramente -a veces, incluso con menos de 5-6 semanas de vida- y dejar así al libre albedrío del comprador la responsabilidad de vacunar debidamente a los pequeños. Pero muchas veces , los nuevos dueños, por desconocimiento y sin mala fe, equivocados y desinformados, no sólo no visitan inmediatamente a un veterinario que les asesore sino que, en muchos casos, cuando lo hacen es porque el animalito en cuestión está ya en un tris, no de padecer una enfermedad de riesgo, sino incluso de fallecer a causa de haberla contraído.

El sacrificio inútil e injusto de estas pequeñas e inocentes vidas se evitaría a poco que quienes se dedican a la crianza lo hicieran, de una parte, con plena responsabilidad, y de otra, teniendo siempre bien presente que por encima de cualquier otro interés o afán (llámese dinero fácil, lucro rápido, oportunismo, etc.) debe primar el genuino deseo de hacer las cosas lo mejor posible, con el único propósito de mejorar las razas. Un calendario adecuado de primovacunación y revacunación previa entrega de la camada incluye varias vacunas que, combinadas entre sí, se administrarán en fechas y plazos muy concretos. También es cierto que además de vacunar a conciencia hay otros muchos factores, como la higiene, la atención permanente, las estrictas medidas de cuarentena que nos imponemos todos los miembros de la familia, la no participación en exposiciones ni asistencia a otros eventos canófilos donde se congreguen aficionados y animales susceptibles de actuar como auténticos “vectores de transmisión” de cualquier virus o bacteria, etc. Sin embargo, no es menos cierto que un calendario de vacunación y revacunación no es suficiente, por muy completo que este sea: para que cada una de las vacunas inoculadas surta el efecto deseado, el cachorro debe haber sido previa y eficazmente desparasitado, de tal manera que la presencia “paralela” de esos indeseados huéspedes no interfiera en la capacidad de su sistema inmunitario de desarrollar las necesarias defensas contra el agente o agentes “invasores”. A este respecto, debe saberse que las vacunas no son otra cosa que los virus debidamente preparados en laboratorio (inactivados o vivos), que causarán una reacción del organismo –aunque perfectamente mitigada y controlada- en la que se incluye la creación de un auténtico “ejército” defensor que aprenderá a reconocer el peligro y a hacerle frente, y que quedará preparado para actuar en el fututo contra cualquier nueva agresión, no ya inducida, sino accidental de esos mismos virus que con tanta facilidad se propagan acechan a los más desprotegidos.

En esta segunda etapa postnatal además de hacerse necesario lo ya dicho y toda vez que cada cachorro está debidamente “protegido” frente a las enfermedades de riesgo, llega el momento de comenzar a ofrecerle la posibilidad de irse encontrando ante un número cada vez mayor de situaciones nuevas y variadas: viajar en coche, pasear por la ciudad, sentarse en una plaza repleta de gente que pasea con otros perros, niños montados en bici o jugando al balón, corros de jóvenes ruidosos, jubilados que disputan una partidita de mus, o plantarse ante la puerta de un gran centro comercial a ver pasar a la gente cargada de bolsas y paquetes, acelerada, yendo de acá para allá, peleándose por el único taxi libre, etc. Esto servirá para que, en el futuro, cualquiera que sea la situación en la que se haya de encontrar, el perro asuma con tranquilidad y naturalidad el mundo que le rodea. Al fin y al cabo, en esta etapa, el cachorro, independientemente de la raza a la que pertenezca, o incluso si se trata de un mestizo, está, ya lo he dicho, en plena fase de socialización.

Y de eso precisamente se trata, de socializarlo al máximo. Incidiendo aún en el tema de la evolución del cachorro en esta fase crítica que transcurre entre el día en que cumple su primer mes de vida y ese otro en que está en vísperas de cumplir los cuatro meses de edad, hay dos puntos en los que quiero hacer especial hincapié. Ya se ha dicho antes de manera muy breve que es una auténtica locura separar a la madre de sus cachorros y a la camada entre sí, a edades tempranas como las 5-6 semanas por cuanto cada uno de esos individuos pierde la necesaria oportunidad de aprender a ser perro y a comportarse como tal con quienes mejor se lo pueden enseñar, sus hermanos y su propia madre. A continuación se da una pauta de vacunación y desparasitación que nosotros hemos venido aplicando con muy buenos resultados:e

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